La deuda externa de Bolivia se dispara a $us 13.345 millones y condiciona al próximo gobierno.
La gestión de Luis Arce deja una carga histórica: el nuevo gobierno enfrentará pagos millonarios en medio de crisis económica, escasez de dólares, y presión social. Economistas advierten sobre un posible default y urgen una reestructuración fiscal profunda.

Deuda externa se dispara a $us 13.345 millones y dejará una pesada carga a la próxima gestión
La economía boliviana atraviesa uno de sus momentos más críticos en décadas. La deuda externa del país alcanzó un máximo histórico de $us 13.345 millones a mayo de 2025, marcando un drástico salto desde los $us 4.942 millones registrados en 2005. Esta cifra se da en medio de un panorama financiero adverso, caracterizado por una calificación de riesgo país degradada a CCC-, lo que implica un riesgo sustancial de impago, según el índice EMBI.
El Gobierno de Luis Arce cierra su mandato asegurando el cumplimiento del servicio de deuda externa —con pagos por $us 764 millones en el primer semestre— pero hereda a la próxima administración una economía tensionada, con alta conflictividad social, escasez de combustibles, de dólares y alza de precios en alimentos, elementos que amenazan la estabilidad nacional.
¿A quién se debe?
Según el Banco Central de Bolivia (BCB), la deuda se compone de $us 11.495,4 millones en préstamos y $us 1.850 millones en títulos de deuda. Los principales acreedores multilaterales son el BID (31,7%), la CAF (21,5%) y el Banco Mundial (12,2%). En el ámbito bilateral, China lidera con 9,1%, seguida de Francia (5,1%) y Alemania (0,6%).
El Tesoro General de la Nación (TGN) es el principal responsable de esos compromisos, con el 91,9% del total.
El BCB defiende su gestión
El presidente interino del BCB, Erwin Rojas, resaltó que pese a las limitaciones presupuestarias —atribuidas a la no aprobación de créditos en la Asamblea—, el país cumplió con la totalidad del servicio de deuda previsto y mantiene Reservas Internacionales Netas (RIN) por $us 2.807 millones, tras crecer $us 830 millones en el semestre.
Sin embargo, economistas como Juan Antonio Morales, expresidente del BCB, y René Martínez de Fundación Jubileo, sostienen que el aparente crecimiento en las RIN se debe en gran medida al incremento del precio del oro —22,5 toneladas valoradas en $us 2.378 millones al 30 de abril—, y no a una mejora estructural de la economía.
Señales de alerta
Para Morales, la situación actual es inédita en su “larga memoria” como economista. Señala que el desequilibrio fiscal crónico, sumado a la subordinación del BCB al Ministerio de Economía, ha llevado a esta situación límite. Advierte que el país probablemente necesitará renegociar su deuda externa, ya que se destina alrededor de $us 1.500 millones anuales en amortización e intereses, una carga insostenible en el contexto actual.
Desde Jubileo, René Martínez enfatiza que Bolivia debe evitar el default y considerar acudir al FMI para lograr un financiamiento estructurado y mejorar sus condiciones con otros acreedores. De no hacerlo, advierte, se cerrará el acceso a nuevos capitales y se agravarán las restricciones externas.
Recomendaciones y escenarios
El economista Fernando Romero propone medidas urgentes para la nueva administración: una devaluación controlada, ajustes en las subvenciones a carburantes y una “cirugía financiera” al gasto público. Además, subraya la necesidad de estabilizar la balanza de pagos, ya que Bolivia ha sufrido transferencias netas negativas de recursos en 2023, 2024 y 2025.
Desde el Centro Boliviano de Economía (Cebec-Cainco), se recuerda que agencias como Moody’s y S&P ya habían advertido sobre el deterioro de la calificación de Bolivia desde 2017, situación que hoy se concreta. Aunque aseguran que el país ha cumplido con sus obligaciones externas, indican que el endeudamiento ha estado fuertemente concentrado en organismos multilaterales y que los flujos de nuevos créditos están menguando.
Conclusión
El próximo gobierno, que asumirá funciones en noviembre de 2025, enfrentará una tormenta económica de alta intensidad: una deuda récord, limitadas reservas internacionales, tensiones sociales crecientes y un contexto internacional poco favorable. Para muchos analistas, el camino más sensato pasa por un reordenamiento fiscal profundo, reformas estructurales y el restablecimiento de la confianza interna y externa, elementos clave si Bolivia quiere evitar una crisis mayor.
FUENTE: EL DEBER