Cuando el micrófono también vota: los medios y su impacto en la segunda vuelta electoral boliviana

“La segunda vuelta electoral (…) no solo reflejó un cambio político, sino también una transformación profunda en el poder de los medios.” Javier Balderas Collao

Cuando el micrófono también vota: los medios y su impacto en la segunda vuelta electoral boliviana

En el reciente desenlace de la segunda vuelta electoral en Bolivia, donde Rodrigo Paz obtuvo una ventaja considerable sobre Jorge “Tuto” Quiroga, con aproximadamente 54,5 % frente a 45,5 % de los votos, se abrió un nuevo capítulo para el país tanto en términos de gobernabilidad como en lo mediático.

Por: Lic. R. Javier Balderas Collao — Comunicador y docente universitario

El resultado de la segunda vuelta electoral en Bolivia no solo reflejó un cambio político, sino también una transformación profunda en el poder de los medios. Entre titulares, encuadres y campañas digitales, el periodismo volvió a demostrar que puede moldear realidades tanto como las urnas.     

Este artículo, desde una mirada profesional en comunicación, analiza cómo los medios de comunicación jugaron un papel clave durante este proceso electoral, mostrando sus fuerzas, debilidades y consecuencias para la opinión pública.

El telón de fondo electoral

Más allá de los porcentajes, el verdadero protagonista fue el ecosistema mediático que acompañó —y en muchos casos condicionó— el proceso.

La elección del domingo de la segunda vuelta se desarrolló en un escenario de cambio: la histórica hegemonía del partido Movimiento al Socialismo (MAS) quedó seriamente debilitada, mientras que el electorado buscaba alternativas frente a una economía en crisis, con inflación elevada y escasez de divisas. 

Los observadores internacionales señalaron que la jornada fue “bien organizada” y se ajustó a estándares electorales, aunque también registraron que la cobertura mediática estuvo marcada por desigualdades y tono negativo.       

Con un contexto de crisis económica, descontento social y desconfianza institucional, los medios concentraron su cobertura en una narrativa dominante: la necesidad de cambio.

Noticieros, debates y titulares repitieron una idea central: Bolivia necesitaba un nuevo comienzo. Y esa idea, multiplicada en pantallas y redes, terminó instalándose en la

En este contexto, los medios tradicionales y digitales actuaron como arterias fundamentales de circulación de discursos, y por tanto merecen un análisis crítico. mente del votante.

Los medios como constructores de agenda

Durante la campaña, los medios aplicaron, consciente o inconscientemente, la lógica de la agenda setting.     

Los temas más visibles fueron económicos (inflación, desempleo, escasez de combustibles), institucionales (legitimidad de los procesos), y de cambio político, dejando en segundo plano discusiones estructurales sobre justicia o medio ambiente.

Al hacerlo, definieron las prioridades del electorado. En un país donde la televisión sigue siendo la principal fuente de información, esta selección temática no es neutral: decidir de qué se habla es una forma de influir en lo que la gente piensa.

Cuando los medios priorizan estos asuntos, están determinando de facto qué piensan los ciudadanos sobre qué importa. En Bolivia, gran parte de la población fija su mirada en noticias televisivas, radio y plataformas digitales, lo que le da a la agenda mediática un poder considerable para moldear la percepción ciudadana.

En esta elección, la cobertura hizo énfasis en el cansancio hacia el modelo del MAS, la promesa de “nuevo comienzo” de Paz, y la figura de Quiroga como opción de cambio más radical. Este encuadre ayudó a construir la idea de que había “mucho que cambiar” y “ya no era suficiente seguir igual”. 

Al hacerlo, los medios definieron qué estaba en juego: no tanto debates técnicos sobre políticas específicas, sino la narrativa del cambio versus continuidad. Y eso, una vez más, nos recuerda la influencia de la teoría del agenda-setting.

El poder del encuadre: ganar el relato antes del voto

Más allá de qué temas se cubrieron, importa cómo se presentaron. En la segunda vuelta, los medios utilizaron marcos interpretativos que favorecieron ciertos perfiles de candidato y desfavorecieron otros.

Cuando un medio elige cómo contar una historia, también elige de qué lado del relato se sitúa. Y esta elección, en tiempos electorales, tiene un peso tan grande como el voto mismo.
Por ejemplo:

  • Rodrigo Paz fue enmarcado como “la alternativa moderada”, alguien que entiende el contexto económico y ofrece un “capitalismo para todos”, evitando un giro drástico que asuste al electorado.
  • Quiroga fue presentado en algunos medios como el candidato de la austeridad fuerte, del modelo neoliberal, lo cual generó incertidumbre entre quienes temían recortes sociales.
  • El MAS, por su parte, fue tratado como un actor agotado, con dudas sobre su continuidad y credibilidad. Esto contribuyó a debilitar su presencia mediática y electoral.

Estos marcos definieron emociones y expectativas en el electorado: tranquilidad vs riesgo; continuidad vs cambio radical. Esa construcción mediática tuvo peso real en la percepción que finalmente se plasmó en las urnas.

Imparcialidad y ética: una deuda que se repite

Pese a los avances en cobertura y tecnología, la imparcialidad sigue siendo una deuda del periodismo boliviano.

Durante este proceso electoral, se observaron desequilibrios en la exposición de candidatos, uso desigual de pautas publicitarias y una fuerte influencia de intereses políticos y económicos.

Aunque las observaciones internacionales destacaron la organización del proceso, también señalaron que la cobertura mediática no fue plenamente equilibrada: algunos medios dieron más espacio a la publicidad pagada de ciertos partidos; hubo disparidad en recursos publicitarios.      

En Bolivia, esto evidencia que los medios no siempre actúan de manera imparcial: el juego de intereses políticos y económicos aparece con claridad —ya sea mediante el acceso privilegiado, la línea editorial o el tiempo de pantalla.        

Desde mi experiencia como comunicador, este es un punto crítico: la responsabilidad ética del medio implica informar de modo equilibrado, transparente y formativo. Si no, el medio se vuelve actor y no sólo plataforma.

Cada titular tiene consecuencias; cada silencio, también. El periodista no puede ser actor del juego que debe fiscalizar. Su papel no es reforzar discursos de poder, sino servir al ciudadano con información veraz, equilibrada y contextualizada.

En este proceso electoral, los medios funcionaron en muchos casos como amplificadores de la narrativa del “cambio”, mientras que la opción de continuidad estuvo en situación de defensa.

Redes sociales: la nueva arena del voto emocional

Si la televisión dominó las elecciones del siglo XX, las redes sociales dominan las del XXI.

Un aspecto clave en esta elección fue la fuerte incidencia de las plataformas digitales y redes sociales: la campaña de Paz estuvo respaldada por un running-mate (Edman Lara) que hizo uso intensivo de TikTok y difusión viral para conectar con jóvenes y sectores urbanos.

Las redes no sólo sirvieron para difundir propuestas, sino que también funcionaron como espacios de polarización, de mensajes críticos, de contenido virulento. Los medios tradicionales retomaron muchas de esas narrativas, lo que demuestra la interdependencia entre lo digital y lo masivo.

Por tanto, el comportamiento electoral ya no depende sólo de lo que aparece en la tele: la conversación digital genera emociones, moviliza, legitima o deslegitima candidatos, y condiciona la cobertura tradicional.

En esta segunda vuelta, TikTok, Facebook y X se convirtieron en escenarios de batalla simbólica. La campaña de Rodrigo Paz supo adaptarse a la lógica digital: videos cortos, humor, lenguaje directo y cercanía con el votante joven.

Pero junto con la creatividad llegó la desinformación. La viralización de noticias falsas y la manipulación emocional evidencian que la alfabetización mediática sigue siendo un reto urgente. Hoy, la política se disputa tanto en los votos como en los algoritmos.

Para mí, como profesional en comunicación, este cambio exige una mirada híbrida: medios tradicionales + ecosistemas digitales, con nuevas métricas, nuevas audiencias y nuevas responsabilidades.

Espiral del silencio y miedo a opinar

La polarización también dejó su huella. En redes sociales, muchos ciudadanos prefirieron callar ante el temor de ser atacados o etiquetados.
La llamada “espiral del silencio” se volvió visible en un país donde opinar puede costar reputación, empleo o amistades digitales.

Aunque hubo mayor conciencia, aún se advierte una fuerte presencia de la llamada “espiral del silencio”, ciudadanos que prefieren no expresar su opinión pública por miedo a marginación o por percibir que su postura es minoritaria.

En este contexto de cambio, de incertidumbre, de división entre “quienes quieren cambio” y “quienes temen el cambio”, muchos prefirieron callar o adoptar posiciones cautelosas.

La polarización se manifestó no sólo en discursos, sino también en la mediación: los medios contribuyeron al clima de confrontación al privilegios narrativos de cambio vs continuidad, al “viejo” contra “nuevo”. Esto refuerza que los medios pueden polarizar cuando no generan espacios de reflexión, de pluralidad, de debate informado.

Los medios deberían contrarrestar ese miedo, no amplificarlo. La democracia se debilita cuando el debate se convierte en griterío y las ideas se esconden detrás del miedo.

¿Medios para la democracia o para la grieta?

En esta elección, los medios mostraron sus dos caras: la que informa y la que divide.
Por un lado, hubo coberturas serias, análisis rigurosos y debates constructivos.
Por otro, titulares sensacionalistas, discursos de odio y agendas dictadas por intereses particulares.

El resultado electoral marca una oportunidad democrática: un relevo, un nuevo ciclo. Pero la pregunta es si los medios acompañarán este proceso con profesionalismo o simplemente reproducirán dinámicas de crispación.

Desde mi perspectiva, en Bolivia los medios tienen una doble cara: pueden ser fortalecedores de la democracia (al ofrecer cobertura libre, información verificada, pluralidad de voces) o generadores de polarización (cuando se privilegia sensacionalismo, se ignoran voces disidentes, se refuerzan prejuicios).
En esta elección, se ve que han pesado más los efectos de fragmentación, de espejos rotos, de discursos alineados que los espacios de deliberación ciudadana.

El reto no es solo informar, sino formar criterio. El periodismo debe ser una herramienta de pensamiento crítico, no un instrumento de manipulación. De lo contrario, seguirá siendo parte del problema y no del progreso democrático.

Estrategias para un periodismo electoral ético y formativo

Para que el próximo ciclo mediático sea más positivo sugiero:

  • Garantizar transparencia editorial: que los medios declaren claramente su línea política, financiación y vínculos.
  • Equilibrar tiempos y espacios de candidatos, y diferenciar publicidad política de información.
  • Fortalecer verificación de datos: en contextos de crisis económica, los electores necesitan información rigurosa, no solo titulares impactantes.
  • Promover educación mediática entre la audiencia: tanto tradicional como digital. Aquí tu rol como docente es clave.
  • Fomentar debate plural: incluir voces de regiones diversas, de sectores rurales y urbanos, de jóvenes y mayores, para que la cobertura no sea exclusivamente urbana-centrada.

El desafío pendiente

Bolivia ha elegido un nuevo rumbo político, pero necesita también redefinir su rumbo mediático.

Como profesional de la comunicación, al igual que todos mis colegas, tenemos una responsabilidad especial: ser puente entre medios y ciudadanía crítica. En tiempos electorales, cada decisión (qué cubrir, cómo cubrir, cuál es el tono) tiene peso.

Formar ciudadanos que analicen, que cuestionen, que participen. Esa es la responsabilidad ética que acompaña al micrófono, a la cámara, al podcast.

En Bolivia se abrió una nueva etapa. Pero sin una prensa ética, sin audiencias activas, sin canales de deliberación, el cambio político puede quedarse a medio camino.

El comunicador, periodista, productor, docente o creador de contenidos, tiene hoy una responsabilidad ineludible: fortalecer la mirada crítica del ciudadano frente a la manipulación informativa.

Porque al final, en cada elección, el micrófono también vota. Y su voto puede ser el más decisivo de todos.

Comunicadores y periodistas sabemos bien que comunicar es también educar. Aprovechemos este momento.

Autor:
Lic. R. Javier Balderas Collao
Comunicador social, docente universitario y productor audiovisual.

Especializado en estrategias de comunicación y análisis mediático.